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¿Es mejor aprender Kungfu en un templo en China o en tu propia ciudad? La verdad sobre la tradición marcial

Actualizado: hace 5 días


“El gran ermitaño se oculta en la ciudad.”

Esta frase resume una realidad profunda del Kungfu actual: la verdadera maestría no está escondida en templos remotos ni en la montaña inaccesible, sino que puede vivirse en la vida cotidiana, en la

práctica diaria y consciente donde uno está.


Muchas personas sueñan con viajar a China y estudiar en un templo ancestral, imaginando que allí se preserva intacta la tradición milenaria del Kungfu. Sin embargo, esta imagen romántica oculta

una compleja realidad histórica y social.


El mito del templo remoto y la ruptura de la tradición


Durante gran parte de la historia, los templos y monasterios fueron los guardianes de las artes marciales chinas. Pero en el siglo XX China atravesó profundos cambios sociales y políticos que afectaron radicalmente estas instituciones. Las purgas religiosas y campañas de

reforma hicieron que muchos templos se vaciaran o cerraran sus puertas.

Cuando años después los templos se reabrieron y se intentó recuperar la enseñanza de las artes marciales, el gobierno chino designó profesores de educación física y maestros disponibles para reestructurar los currículos. Este proceso no garantizó la continuidad pura y profunda de la tradición original, sino que, en muchos casos, la tradición se vio fragmentada y adaptada a nuevos objetivos, muchas veces deportivos o turísticos.

En consecuencia, la transmisión auténtica del Kungfu ancestral sufrió una interrupción histórica y la

continuidad se perdió en buena medida.

Muchos maestros de gran valia se escondieron del público o emigraron en aquellos tiempos.

Por eso, es importante entender que la verdadera tradición del Kungfu no está en un lugar geográfico específico, sino en la calidad y profundidad con la que se practica y enseña.

El gran ermitaño, ese maestro sabio y auténtico, no siempre está escondido en un templo remoto; muchas veces vive y

entrena en la ciudad, integrando el arte marcial con la vida cotidiana.

Entrenar donde uno está facilita la integración de la práctica con la vida real, haciendo que el Kungfu sea sostenible y verdadero. La disciplina, el respeto y la constancia son las verdaderas raíces que sostienen el árbol del Kungfu.


Cómo distinguir una enseñanza auténtica


Es fundamental elegir maestros que no solo hablen bien, sino que demuestren con su cuerpo la práctica que enseñan. Muchos hablan de técnicas y filosofía, pero sus cuerpos no reflejan el entrenamiento físico real ni la profundidad pragmática del Kungfu.

El Kungfu es un arte que requiere cuerpo y mente en equilibrio. Un maestro auténtico es alguien que puede mostrar con su postura, fuerza, flexibilidad y movimiento lo que transmite con sus palabras. Por tanto, prestar atención a la condición física del maestro es clave para no caer en enseñanzas

superficiales o vacías.


Conclusión


No hace falta ir a un templo en China o ser discípulo de algún maestro famoso para encontrar la verdadera tradición del Kungfu. La esencia está en la práctica consciente, en la disciplina diaria y en la capacidad de integrar el arte marcial en

la vida de todos los días.

El gran ermitaño se oculta en la ciudad, y puede estar muy cerca, enseñándote a cultivar raíces profundas y auténticas en tu propio camino.


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Miguel Briske

Kungfu sin mitos: un camino vivo para el mundo moderno


📌 Sobre el autor


Miguel Briske es maestro de Kungfu Ancestral y Chikung, con más de 30 años de práctica e investigación en estilos como Shaolin, Chaquan, Xingyiquan, Taijiquan; Baguazhang, Xinyi Liuhequan y Liuhe Ziranmen. Su misión es transmitir el arte marcial ancestral como un camino vivo de transformación, para cuerpos reales y vidas modernas.

 
 
 

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