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Cuando las raíces son profundas, el tronco es firme

Actualizado: hace 5 días

Vivimos en una cultura que premia la inmediatez.

Queremos resultados ya. Cambios visibles, progreso rápido, impacto.


Pero el cuerpo… no funciona así.

Y el Kungfu, tampoco.


El Kungfu tradicional no está pensado como un sistema de resultados rápidos.

Es una práctica de raíces largas y ramas pacientes.

Una alquimia entre tiempo, repetición, sensibilidad y presencia.


Como dice el viejo proverbio chino:


根深蒂固 — “Cuando las raíces son profundas, el tronco es firme.”

Ese dicho no habla sólo de árboles.

Habla de nosotros. De nuestro cuerpo.

De cómo entrenar de forma profunda —y no superficial— transforma de verdad.



Las raíces: las piernas, la base, la escucha


En el Kungfu, todo empieza desde abajo.

Desde el suelo.


La práctica constante de posturas como el Mabu (postura de jinete), Gongbu (paso de arco), Santishi (postura de tres puntos) de Xingyiquan, y su trabajo de pasos, genera una fuerza diferente: elástica, enraizada, que no tensa… sostiene.


Las piernas se desarrollan no como puro músculo, sino como cimientos.

Cimientos que conectan, estabilizan, amortiguan.


Este tipo de trabajo crea un cuerpo que no se rompe al primer impacto.

Que puede sostener su propio peso incluso en la vejez.

Que respira desde los talones.

Que no sobrecarga la espalda para compensar lo que las piernas no hacen.


El tronco: fuerza integrada, alineación y potencia interna


Cuando las piernas están vivas, todo lo demás puede relajarse.


El torso —nuestra “columna del cielo”— puede crecer desde una base estable.

La fuerza interna se distribuye mejor. El centro se vuelve real.


Eso se nota en lo físico (más estabilidad, mejor postura, menos contracturas),

pero también en lo energético: menos dispersión, más presencia.


¿Y qué se evita con este enfoque?


  • Lesiones por compensación (rodillas, lumbares, cervicales)

  • Entrenar sólo “con las manos” sin base real

  • Acumular tensión por mala alineación

  • Abandonar por frustración al no ver progresos rápidos



La lentitud como método


Entrenar lento, repetir, sostener una postura, habitar el tiempo…

todo eso educa algo más que el músculo: educa el sistema nervioso.

Reordena. Calma. Escucha.


No es una lentitud pasiva.

Es una lentitud activa, consciente, afilada.


Y sí… toma tiempo.


Pero cuando uno logra encarnar ese tiempo, los cambios aparecen:

en el cuerpo, en la respiración, en la relación con uno mismo.


Kungfu es trabajar sobre uno mismo


No hay atajos.

Pero hay caminos que maduran.

Como los árboles.


Si entrenás desde la raíz —desde el suelo, con humildad, con presencia—

vas a crecer sólido.

Aunque no lo veas en el dia a dia.

Aunque no lo puedas medir en el corto plazo.



Hoy, después de más de 30 años en el camino del Kungfu, sé que lo más valioso que me dio esta práctica no fue lo externo:

sino un cuerpo firme, una mente más clara… y una raíz más profunda para vivir.


根深蒂固 — Las raíces profundas hacen firme el tronco.

Y un cuerpo con raíces… se vuelve poderoso.



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te invito a sumarte al Reto de 7 Días.


Durante una semana, vamos a trabajar paso a paso estos conceptos.

No sólo vas a entrenar con videos detallados, sino que también vas a recibir

amplios tratados técnicos con explicaciones profundas para que no se te escape nada.


Para que no solo practiques… sino que realmente comprendas.


Gracias por leer.

Gracias por estar.

Nos vemos en la práctica.



Miguel Briske

Transmitiendo el arte ancestral para la vida moderna


📌 Sobre el autor


Miguel Briske es maestro de Kungfu Ancestral y Chikung, con más de 30 años de práctica e investigación en estilos como Shaolin, Chaquan, Xingyiquan, Taijiquan; Baguazhang, Xinyi Liuhequan y Liuhe Ziranmen. Su misión es transmitir el arte marcial ancestral como un camino vivo de transformación, para cuerpos reales y vidas modernas.

 
 
 

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